Así se titula una película que dirigió Luis García Berlanga el año 1993, en la que gentes de la cultura, la política y la farándula aprovechan una fiesta de carácter político en la cárcel Modelo de Valencia para hacer toda clase de negocios y trapicheos.
Veinte años más tarde, de nuevo la realidad está a punto de superar a la ficción. A poco que dejen actuar a la justicia, las cárceles de este país van a parecer más una reunión de la “jet set” que un penal al uso. Bárcenas, Pantoja, Muñoz, Correa, Fabra, Matas, Munar, Díaz Ferrán, etc. esperan tan ricamente instalados en sus celdas la posible llegada de otros apellidos del Gotha español como Urdangarín, Pujol Ferrusola, Rato o Blesa.
Ante este panorama, aparentemente tan desolador y poco edificante, los españoles se hacen una pregunta fundamental: ¿es la sociedad actual más corrupta que hace 20, 30, 40 ó 50 años, o es que ahora se conocen e investigan los casos y antes no? En la humilde opinión de esta Chinche, la respuesta está muy clara: lo segundo sin ninguna duda.
Ninguna sociedad humana puede garantizar que no se den en su seno casos de corrupción, pero una sociedad democrática sí que debería asegurar que, en caso de producirse, se conocerán, se investigarán, se juzgarán y se condenarán. Porque además, si esto se cumple, los casos de corrupción se reducirán de forma drástica.
Por esta razón, lo peor que los españoles pueden hacer ante esta avalancha de casos de corrupción que la justicia está poniendo al descubierto, es desertar de la acción política democrática y participativa. Al contrario, deben implicarse más en ella, y mantenerse vigilantes y activos en la denuncia. Hay que estar atentos ante los intentos que los afectados por las investigaciones van a hacer para dificultar la acción de los jueces y fiscales, y apoyar activamente las acciones que éstos realicen encaminadas al esclarecimiento y condena de los corruptos.
Si lo hacen así, la democracia saldrá fortalecida.
Cimex lectularius
Publicado en CARRIÓN el 15.12.2014