Los resultados de
las últimas elecciones municipales y autonómicas, han permitido el acceso a
puestos de gobierno, sobre todo en los ayuntamientos, de nuevas formaciones
políticas, muchas de ellas formadas por movimientos sociales y/o nuevos partidos,
que han roto los esquemas con los que este país venía funcionando desde la
reinstauración de la democracia a finales de los años setenta del siglo pasado.
Durante la campaña
electoral previa, los partidos “tradicionales” y sus palmeros periodísticos no
se cansaron de avisar que la llegada al poder de estas nuevas formaciones iba a
tener unas consecuencias más desastrosas que un tsunami: huida de capitales y
empresas, anarquía callejera, desplome de la bolsa, ruina de los servicios
públicos, etc., etc.
Una vez conformadas
las nuevas corporaciones, y a la vista de que la huida de capitales y la
anarquía callejera no se producían, que la bolsa está mucho más atenta a lo que
pasa con Grecia y que los servicios públicos siguen funcionando de momento igual
de mal o bien que lo venían haciendo, los mismos que nos auguraban catástrofes
sin fin, se han lanzado a criticar y buscar las más leves fallos de los
“nuevos”, sin esperar ni los tradicionales cien días que se suelen conceder de
plazo para ver por dónde van los tiros de la gestión.
Primero se han
dedicado a rebuscar en los hechos y actuaciones previas de los nuevos ediles,
y, cuando han encontrado algo, se han apresurado a exigirlos lo que nunca antes
han exigido a los suyos. Qué un actual concejal escribió en Twitter unos
chistes de mal gusto y “políticamente” incorrectos, hace unos cuantos años
cuando no se le pasaba ni por la cabeza que iba a serlo, tiene que dimitir
fulminantemente. Qué otra concejala está imputada por manifestarse hace unos
años con las tetas al aire y entrar en la capilla de una universidad pidiendo
su clausura, tiene que ser condenada al ostracismo político porque en la
política ¡no puede haber imputados!
Si estos mismos
criterios los hubieran aplicado con los partidos y fuerzas políticas
tradicionales, en algunas instituciones estarían gobernando los sustitutos de
los sustitutos de los sustitutos de muchos dirigentes.
¡Qué fácil es ver la
paja en el ojo ajeno, cuando en el
nuestro tenemos una viga de tamaño considerable!
Demos tiempo a los
nuevos para criticarlos por sus hechos y actuaciones políticas, al menos esos
cien días de rigor.
Cimex lectularius
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