Andan los partidos políticos liados
con la configuración de sus candidaturas para las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de
mayo, y uno de los principales quebraderos de cabeza de los jefes de filas de
los mismos es evitar la presencia en esas listas de cualquier candidato, o
candidata, que tenga algo que ver con los innumerables casos de corrupción que asolan
el panorama político de este sufrido país.
Y en ese trajín se dan de morros con un problema
altamente peliagudo: ¿cuándo cosideramos que un posible candidato debe ser excluido de las
listas?
Tal y como cantaría la Parrala, unos dicen que al ser
imputado; otros que en el momento que se habra juicio oral; y los más permisivos,
que hasta que no haya sido condenado, por aquello de la presunción de
inocencia, que nuestra Constitución garantiza.
El asunto es complejo, y esta humilde
Chinche no tiene muy claro dónde hay que poner la línea roja para la exclusión. Pero tiene muy claro que alguna habría que fijar, y que debiera estar
fijada por ley, no dejándolo al libre criterio de cada partido u organización, pues de
todos es conocida la benevolencia con la que los mismos juzgan a los suyos, y
la severidad que utilizan para los de los otros.
Cuestión distinta es el caso de aquellos que,
no siendo responsables penales, lo pueden ser desde el punto de vista político. Un
responsable político que haya tenido bajo su dirección a personas que hayan cometido algún tipo de
delito relacionado con el desempeño de cargo público, debe responder políticamente. Y
en política las responsabilidades se saldan dimitiendo, y/o no volviendo a
ser incluido en ninguna candidatura.
Si estas personas estuvieran en la cosa pública por
unos ideales y para luchar por el bien de los ciudadanos, tal y como no dejan
de pregonar a los cuatro vientos, se marcharían a su casita, volverían a sus
respectivas profesiones -si es que la tienen- y harían un inmenso servicio a sus
partidos y, lo que es más importante, a la democracia.
Las actitudes de resistencia numantina a
abandonar cargos y prebendas, están desprestigiando la política, una de las más bellas acciones a las que se pueden dedicar los hombres y las
mujeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario