El pasado 20 de diciembre los homo sapiens de este
país votaron en las elecciones generales, y al parecer, sentenciaron definitivamente
el bipartidismo, o al menos eso es lo que reconocieron todos los medios de comunicación
e incluso, los dirigentes delos distintos partidos políticos. En cualquier caso,
lo que estuvo absolutamente claro es que ninguna de las fuerzas políticas
obtuvo el apoyo suficiente para formar gobierno en solitario, reconociendo
todos los líderes que tocaba llegar a acuerdos y pactar.
Cuatro
meses más tarde, parece ser que aquellas palabras sobre pactos y acuerdos no eran
más que teatro, puro teatro. Pocas horas después comenzaron a aparecer líneas rojas,
vetos e imposiciones. El señor Rajoy, lider del partido más votado, escurrió el
bulto, y en una muestra del mejor "dontancredismo" le dijo al Rey que
él mejor no lo intentaba, que le daba la risa tonta.
A
la vista del panorama, Pedro Sánchez, con las manos casi atadas por los barones
y baronesa de su partido, se puso a la tarea de intentarlo, y se prometió para
siempre con el lider de Ciudadanos, cerrando así las posibilidades de llegar a
un acuerdo con Podemos y compañía.
Mientras
tanto, el carismático y amántisimo lider de los círculos morados, se dedicaba a
lo que mejor sabe hacer, montar circos mediáticos. Cuando no le montaba un
gobierno a Sánchez sin contar con él, sacaba a relucir la cal viva, o se daba
un beso en la boca con el camarada Puigdemont en el hemiciclo.
Asi
se han ido pasando los dias, y entre ponte bien y estáte quieto, nos vemos ante
unas nuevas elecciones. Y nadie sabe a quién o a quiénes echarán la culpa los
ciudadanos de este desastre. Lo sabremos el día 26 de junio.
Cimex lectularius
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