Anda esta Chinche un poco despistada con el asunto
de Urdangarín y su esposa Cristina. Ya durante el juicio, no podía creerme los
argumentos que la hermana del Jefe del Estado, supongo que siguiendo el consejo
de sus abogados, ha utilizado para escapar de una condena: “no sabía”, “yo no
entiendo”, “yo firmo lo que me dice mi esposo porque lo quiero mucho y me fío
de él”, etc. Resumiendo, y en palabras de mi tío Zósimo, “soy tonta y me
acuesto a las nueve como las gallinas”.
Su
amado esposo basó su estrategia de defensa en que la “Casa Real estaba
informada y teníamos su visto bueno”, como si esto fuera patente de corso, y
por lo que parece a la vista de la sentencia, la táctica de la señora ha dado
resultado, y la de él, solo parcialmente.
Pero
mi asombro ha llegado a límites insospechados a la hora de fijar las medidas
preventivas en espera de los posibles recursos ante instancias judiciales
superiores. Don Iñaki Urdangarín y su socio Diego Torres, ¡solo faltaría que
ambos hubieran sido tratados de diferente forma!, han quedado en libertad sin
fianza, y solamente sometidos a muy leves medidas de control ¡Toma del frasco!
Pero
es que el asunto llega al colmo del asombro cuando sabemos que el amado Iñaki,
reside en la actualidad en Ginebra, y ni siquiera se le ha exigido que fije su
residencia en España en espera de la resolución definitiva, mientras que a su
socio Diego se le ha retirado el pasaporte. Es decir, que mientras el ex duque
reside en Suiza, su socio, en teoría, no puede salir de España.
Supongamos
que dentro de un año, o dos, o tres, o vaya usted a saber cuándo, el Tribunal
Supremo ratifica o incluso aumenta las penas impuestas a ambos. Don Diego
ingresaría en prisión de forma inmediata, pero con don Iñaki, si no se presenta
voluntariamente, habría que iniciar un procedimiento de extradición con Suiza.
¡Y
luego nos dicen que la justicia es ciega!
Cimex lectularius
No hay comentarios:
Publicar un comentario