El ex tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, ingresó hace unos días en la cárcel de Soto del Real por el orden del juez, que ha establecido una fianza de más de cuarenta millones de euros. Esta Chinche, al igual que la inmensa mayoría de los Homo sapiens que habitan este sufrido país en el que se está convirtiendo España, dio un suspiro de alivio y recuperó un poquito de fe en nuestro sistema judicial. Para el común de los españolitos de a pie era difícilmente comprensible el que un personaje de estas características, con las graves acusaciones que sobre él iba acumulando la acción judicial, continuara en libertad. No podíamos olvidar que los “dineros de don Luís” están de forma casi total depositados en paraísos fiscales, y que, estando libre, el riesgo de fuga y de destrucción de pruebas era evidente.
Sin ánimo de revancha, si no de justicia, es más que posible que muchos ciudadanos hayan hecho el ejercicio de imaginarse a don Luís, con su melenita y sus sienes plateadas enmarcando ese rostro moreno y curtido por la práctica del esquí, vestido con el uniforme carcelario, haciendo las tareas propias de cualquier preso y paseando por el patio de Soto del Real, ante la indisimulada expectación del resto de los inquilinos del inmueble. Esa imagen, insisto, nos reconciliaba con la justicia.
Pero, ¡qué poco dura la alegría en la casa del pobre! Porque hete aquí que, solo quince días después de esta noticia, nos enteramos que un joven va a tener que ingresar en prisión para cumplir una pena de un año de cárcel por robar una gallina valorada en 5 euros, el año 2009, cuando tenía 18 años. Pero es que, para mayor vergüenza, la dichosa gallina ¡fue recuperada por la policía sana y salva!, al contrario que los millones del señor Bárcenas que siguen a buen recaudo.
¿Se imaginan ustedes la escena del encuentro entre ambos, don Luís y el “roba gallina” en el patio de la prisión?
¡Pa echarse a llorar!
Cimex lectularius
Publicado en CARRIÓN el 18.007.2013
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