La Chinche

En este blog se publicarán, con posterioridad a la publicación de la edición en papel, los contenidos de la columna que con el mismo nombre de La Chinche, aparecen quincenalmente en el periódico CARRIÓN.
Conocido vulgarmente como "chinche de las camas", y cuyo nombre científico es Cimex lectularius, la chinche es un insecto picador que se alimenta con la sangre de animales homeotermos (de sangre caliente). Su picadura no puede ser sentida inmediatamente por sus víctimas gracias a los anestésico y anticoagulantes que su saliva contiene. Solo horas después de la picadura comienzan a sentirse sus efectos.
Como la chinche, pretendemos picar sin que se sienta, en la política castellana y leonesa, palentina y española.

sábado, 20 de abril de 2013

El día de las alabanzas


Líbreme Dios del día de las alabanzas. Con este dicho popular se refería siempre mi padre a ese fatídico e inevitable día en el que todo el mundo parece olvidar nuestras maldades y defectos, y se dedica solamente a recordar y destacar nuestras virtudes y bondades; es decir, el día de nuestra muerte.
Viene esto a colación del fallecimiento de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, que ejerció dicho cargo entre 1979 y 1990, y que se ha producido justo veinticuatro horas antes del día en que escribo esta columna quincenal.
Vaya por delante que esta Chinche jamás se alegra de la muerte de ningún humano, ni de ningún otro ser vivo de sangre caliente, aunque solo sea porque son mi fuente natural de alimentación. Pero es que la mayoría de los medios de comunicación y de las personas que han hablado a propósito de su fallecimiento, desde mi humilde punto de vista, se han pasado con las alabanzas, y han olvidado muchos de los aspectos que conformaron la acción política de esta señora, que Dios tenga en su gloria.
A la hora de su muerte, parece que nos hemos olvidado que, ya siendo ministra de educación, comenzó a dar pistas de su concepto sobre el papel del estado con una medida aparentemente menor pero muy significativa: suprimió el vaso de leche que tradicionalmente se daba a los escolares de los centros estatales británicos.
Esa medida no fue más que una mera indicación de por dónde iban a ir sus políticas, y cuál era la ideología que las guiaba: la liquidación del estado y de la solidaridad social. Durante su mandato se privatizaron grandes empresas públicas de los sectores del gas, la electricidad, la telefonía, los ferrocarriles, etc. Acometió la restructuración de sectores como la siderurgia y la minería, reduciendo los subsidios, cerrando empresas y aprobando despidos que se tradujeron en más del cincuenta por ciento de desempleados en dichos sectores.
Nuestra hoy alabada lady Thatcher, se ganó a pulso el sobrenombre de “Dama de Hierro” en su empeño por la liquidación del hasta entonces potente movimiento sindical británico, en la batalla que supuso la más larga huelga de la historia del Reino Unido, la huelga de mineros que, entre 1984 y 1985, dividió a comunidades y familias hasta que los trabajadores agotaron la resistencia y se vieron forzados a arrojar la toalla.
Lady Margaret desconfiaba de forma total y absoluta de los poderes locales, –¿les suena a ustedes de algo en nuestro momento actual?– a los que convirtió en uno de sus caballos de batalla para reducir el gasto público, intentando imponer limitaciones a sus presupuestos. Esta pelea, que al final fue la causa de su derrota electoral, tuvo su máximo exponente en un impuesto municipal, el Poll Tax, que obligaba a todos los ciudadanos a contribuir por igual e independientemente de su nivel de ingresos, bajo pena de verse despojados del derecho de voto si no lo cumplimentaban.
Y no podemos olvidar que nuestra protagonista de hoy, fue la que declaró la guerra de las Malvinas contra Argentina para asegurarse la reelección en dos ocasiones, contra el criterio más razonable y sensato de sus propios ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores. Cuando en el transcurso de esta guerra, el submarino nuclear británico HMS Conqueror hundió al crucero argentino General Belgrano, la señora Thatcher despachó el asunto de forma tajante: “Había órdenes de hundirlo y fue hundido”.
Seguro que también hizo cosas buenas, pero esas ya han sido aireadas suficientemente estos días. Descanse en paz.
Publicado en CARRIÓN el 16.04.2013

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