Las encuestas y estudios sociológicos que se vienen publicando desde hace meses, indican una clara tendencia a la baja en la intención de voto al PP, así como una desaprobación manifiesta de la actuación de Rajoy como presidente del gobierno. De igual manera, y de forma increíble en cualquier país democrático, el PSOE no levanta cabeza, electoralmente hablando, y su líder Pérez Rubalcaba, tiene aún más rechazo que el Presidente del Gobierno.
Esta situación debería preocupar, y mucho, a los militantes, votantes y simpatizantes del PSOE. Pero también a todos aquellos que creen que la democracia es, al menos, el menos malo de los sistemas políticos que conocemos.
En efecto, una democracia, para ser real y efectiva, se basa en la existencia de distintos partidos políticos con posibilidad de gobernar el país, que representen las distintas opciones políticas existentes en la sociedad. Cuando los ciudadanos, en cuyas voluntades reside la soberanía popular, dan su voto a unos partidos, espera de ellos que ejerzan de la manera más honesta posible el papel que los corresponde: el buen gobierno a los que obtienen la mayoría, y una oposición digna y adecuada a los que no participan de ese gobierno. Y ambos papeles, el de gobierno y el de oposición, son igual de fundamentales para el correcto funcionamiento democrático.
Mariano Rajoy y el PP han incumplido todas y cada una de sus promesas electorales, y por eso baja de forma alarmante su apoyo popular. Pero, y el PSOE, ¿qué hace el PSOE?
Si en España no existe una verdadera posibilidad de alternativa de gobierno, la democracia se verá gravemente afectada, y la desafección de los españoles por la política puede ser irrecuperable. El PSOE no es solo de sus afiliados, es también un instrumento democrático de todos los ciudadanos que no pueden admitir, por imperiosa necesidad democrática, el papelón que está desempeñando.
Así que, ¡al loro, señores del PSOE!
Cimex lectularius
Publicado en CARRIÓN el 16.10.2013